Fanfiction Harry Potter: "ROMULUS RACHMONT"
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Fanfiction Harry Potter: "ROMULUS RACHMONT"

El Mundial
Finalmente, un buen día, pensaba Romulus en el balcón de su habitación mientras contemplaba el amanecer, por fin no había neblina, sería un buen día para el quidditch. En el antiguo castillo de la familia Rachmont, vivían, Romulus, junto a sus dos hermanos pequeños, Calpurnius y Cornelius, y sus padres, August y Cotta Rachmont (el apellido de soltera de su madre era Gaunt, uno de los más puros y antiguos linajes mágicos de Gran Bretaña).
Romulus estaba fumándose un cigarrillo Johnson, conocidos porque cada cigarro de la cajetilla era de un sabor distinto, éste era de cereza, uno de sus favoritos, era un buen día, y pocas cosas lo podrían arruinar, el mayor de los cinco hermanos había llegado de vacaciones, Magnus, y habiendo sido buscador del equipo de quidditch por cinco años, sería bueno tenerlo para entrenar junto a sus pequeños hermanos, tan sólo desayunar, tomaría su Saeta de Plata y los invitaría a jugar en los campos del castillo, sólo faltaba que Adrianus, el segundo de los cinco hermanos, estuviera ahí, pero no quería saber de nadie desde que Inglaterra fuera eliminada tan humillantemente del mundial de quidditch, habiendo sido el mejor cazador en la historia de Slytherin, tan sólo egresar, consiguió un extraordinario contrato en los Falmouth Falcons, quienes buscaban volver a las glorias pasadas.
-¡Romulus!- lo llamó su hermanito de once años, Calpurnius- ¡ya baja a desayunar!
Romulus se limitó a sonreír escondiendo su cigarrillo, pues, aunque ya tuviera dieciocho años, y fuera mayor de edad desde hacía tiempo, a sus padres no les gustaba que fumara en el castillo.
-¡Rápido, que iremos al Callejón Diagon!- gritó su otro hermano, Cornelius, de la misma edad que Calpurnius, aunque nacidos al mismo tiempo, totalmente distintos, Calpurnius parecía la copia idéntica de Magnus, y Cornelius de Adrianus.
Y con eso, Romulus sabía que ese sería un día de mierda, no quería volver a Hogwarts en su séptimo y último año, nunca había encajado en esa escuela de amantes de los sangre sucias, y tampoco había aprendido a quedarse con la boca cerrada, lo que le había traído bastantes problemas, aún en Slytherin, a Draco Malfoy le había dicho que su padre era un cobarde y un traidor, y eso le había ganado nunca estar en el equipo de quidditch de su casa, pues ese niñato mimado había comprado su lugar en el equipo con las mejores escobas del momento. Mientras era pequeño, tenía a Magnus, que era Premio Anual, y a Adrianus, que era el más popular de la escuela, y eso lo protegía, después, tuvo que arreglárselas por sí mismo, y descubrió un talento nato para batirse en duelo, por lo que nadie más se atrevía a replicar cuando decía algún comentario sobre los traidores a la sangre o los sangre sucia, sin embargo, tampoco tenía muchos amigos, sólo uno, Roy Nistel, el joven más reverenciado de su generación, desgraciadamente, dos años antes, fue abierta la Cámara de los Secretos, y el maldito de Dumbledore, vio como la opción más viable expulsarlo, al ser un supremacista sanguíneo, descendiente de Salazar Slytherin, y hablante de parsel. Una vez que se descubriera que no fue él, fue admitido de regreso a Hogwarts al año siguiente, pero ahora sólo, ya sin su mejor y único amigo.
-Venga ¿No escuchaste a los engendros?- preguntó Magnus, el mayor de los hermanos, saliendo hasta el balcón.
-Sí, el desayuno, lo mejor que existe- respondió Romulus de manera sarcástica.
-No te preocupes, te entiendo- dijo su hermano pidiéndole una fumada de su cigarrillo- cereza, bien, ayer por la noche encendí uno y era sabor camello, casi vomito.
-¿Cuándo has probado un camello?
-Hace dos años estuve en Egipto estudiando, no quieres saber- contestó Magnus, quien tenía un redituable negocio de joyería anti hechizos- el punto es que, sé por qué no quieres volver a la escuela, tu único amigo ya no está, pero sólo limítate a estudiar, y salir lo más rápido que puedas, con todos los ÉXTASIS posibles.
-¿Te tengo que recordar todos los TIMOS con los que salí de quinto grado?
-Sorprendentemente más que yo, creo que recordar.
-Seis Extraordinarios, un Supera las Expectativas, y un Aceptable.
-Y aun así no fuiste prefecto, y no eres Premio Anual.
-No es mi culpa, ese perro mestizo de Snape me odia, igual saqué un Extraordinario en su materia.
-Pues yo siempre fui su favorito.
-Tú nunca le dijiste hijo de muggle en plena clase.
-No soy un estúpido- sonrió Magnus arrojando lo último de cigarrillo hacia los jardines del arruinado castillo.
-Y yo no soy un mentiroso- dijo Romulus devolviéndole la sonrisa- vamos, antes de que se acaben el tocino.
Su padre no los acompañó al Callejón Diagon, pues estaba muy ocupado en la fábrica de cigarrillos mágicos, pero Magnus fungiría como cabeza del hogar al escoltarlos a todos, la primera parada fue en Ollivanders, donde los hermanos pequeños conseguirían sus primeras varitas.
-¡La mía será de corazón de dragón!- decía Cornelius.
-Y por supuesto que la mía será de fénix… a menos que haya de pluma de basilisco- dijo Calpurnius antes de girar en torno a Olivander- ¿tiene núcleos de pluma de basilisco?
-Eh… no entiendo lo que están diciendo…- dijo el anciano dueño de la tienda.
-¡Niños!- los reprendió su madre- ¡hablen bien!
La razón del enojo de su madre, era que los más pequeños de sus hijos, al igual que los otros tres, hablaban parsel, mas no ella, lo cual hacía imposible que alguien los entendiera cuando se comunicaban entre ellos.
Pasaron a comprar sus libros, mas no para Romulus, pues sus dos hermanos mayores habían dejado en el castillo sus libros de séptimo curso, compraron las batas de los niños, y terminaron con los artículos que el imbécil de Snape había pedido para su materia. Al terminar, fueron todos a tomar un helado, y ahí fue donde una imagen familiar apareció, a lo que los dos niños fueron a abrazarlo, se trataba de Adrianus, el segundo de los hermanos Rachmont.
-¿Qué te trae por aquí?- quiso saber Magnus.
-¡No hablen en parsel!- ordenó su madre, pues estaban rodeados de gente, y la mayoría del mundo mágico lo veía como una señal del lado oscuro.
-Que les den por el culo, si no hablan parsel es porque de seguro su madre se acostó con un muggle o un centauro- dijo Romulus en parsel.
-Tengo boletos para la final del mundial, eso es lo que me trae hasta acá- dijo Adrianus de buena gana- y tal vez no sean los mejores, ni quiera ir, pero sé que a mis hermanos menores, y a mi antiguo capitán les gustaría.
-Apestas a whisky de fuego- susurró Magnus en parsel mientras los niños corrían a abrazar al hermano que le seguía.
-¿Te recuerdo por cuánto nos ganó Transilvania?
Una semana después, los cinco volaron en escobas desde el castillo en York hasta la ubicación de la final, en poco tiempo colocaron la casa de campaña e hicieron una fogata en la que cenaron los pastelillos de pescado con legumbres que les había mandado su madre.
-Cómo extrañaba la cocina del castillo comentó Adrianus-¿quién creen que gane?
-¡Irlanda!- respondieron los pequeños niños de la misma edad al unísono.
-Irlanda- asintió Romulus.
-¿Y tú?
-Bulgaria- admitió Magnus- tienen al mejor buscador del mundo, la maniobra Aktar que hizo contra México, sus dos golpeadores siguen en coma, nunca había visto una.
-Aunque tú siempre dices que los buscadores ganan los partidos- meditó Cornelius.
-Pero no cuando el resto del equipo es una mierda, y no enfrentándose al equipo que tiene Irlanda- dijo Romulus.
-No sé quién vaya a ganar, la verdad no me importa, sólo sé que buscaré a una veela terminando- sonrió Adrianus tomando más whisky de fuego.
-El deportista famoso- dijo Magnus con un esbozo de sonrisa mientras encendía un cigarrillo.
-No volteen hacia allá- fueron las palabras del hermano del medio- pero ¿Ven a todos esos pelirrojos que se nos quedan viendo?
-Son los Weasleys- dijo Adrianus- ya saludé a Charlie hace una hora, la razón de la que no ganáramos todas las copas en Hogwarts.
-Su mejor buscador contra nuestro mejor cazador- sonrió Magnus antes de permanecer meditando y saboreándolo.
-¿De qué es?- preguntó Romulus pidiéndoselo y paladeándolo- sabor pino… el punto es que nos están viendo con… con odio.
-Estás imaginando cosas- dijo Adrianus.
-No, es verdad- admitió el pequeño Calpurnius- los acabo de ver.
-Es porque estamos hablando parsel sin darnos cuenta- sonrió Magnus- ya saben lo que la mayoría de la gente piensa de eso.
-¡Envidia porque son unos sangre sucia y traidores a la sangre pelirrojos!- gritó Romulus con una carcajada.
-¡Cállate!- le advirtió Adrianus al tiempo que desde la otra fogata, un muchacho con lentes se paró de golpe, dispuesto a buscar pelea, pero fue detenido por la manga de su sweater por una chica con una enmarañada cabellera castaña.
-Hermano, ellos no nos entienden, nadie lo hace, desafortunadamente nadie lo hace, pero todos quisieran poder controlar a las serpientes- sonrió Romulus tomando una vipera berus del suelo entre sus manos- esta hermosura podría matar a cualquiera, pero nunca nos haría daño, lo único que hará, es nuestra voluntad.
-Parece ser que ese de ahí sí lo hizo- dijo Magnus mirando de reojo.
-Debí de haberlo olvidado, les presento a Harry Potter- fueron las palabras de Romulus soltando a la serpiente para que volviera a su escondite- escóndete bien, hermosa, y recuerda no morder a nadie.
A la noche siguiente, Irlanda se había coronado, y los planes de los tres hermanos mayores de festejar con veelas se vieron frustrados.
-Me lleva la mierda- replicó Romulus pateando una piedra que estaba en el suelo.
-¿No querías que ganara Irlanda?- lo cuestionó Cornelius caminando junto a él mientras los cinco hermanos iban entre la multitud hasta su casa de campaña.
-No cuando eso significaba no estar con una veela.
-Hey, cuida lo que dices frente a los engendros- lo reprendió Magnus.
-Pues saben qué, no me importa que estén enfadadas porque perdió Bulgaria, yo si intentaré conocer a alguna- dijo Adrianus, quien fue seguido de cerca por Romulus.
-Por aquel lado está el campamento búlgaro- señaló el menor de los dos con la mano.
-¿Estás seguro de querer acompañarme?
-Obvio.
-¿Sabes que las veelas pueden transformarse en monstruos y lanzar bolas de fuego, verdad?
-Como todas las brujas que conozco.
-Bastante razón tiene mi padre- carcajeó Adrianus- eres el peor de todos nosotros.
-¿Cuándo dijo eso?
-Todo el tiempo, por ejemplo.
-¿Entonces no me va a dejar el castillo y las huertas?- bromeó Romulus.
-¿De dónde sacaste esa idea tan estúpida?
-Magnus vive en Londres, tú en Cornualles, yo sigo en la lista de sucesión.
-Supongo que eventualmente el castillo sólo será una casa de campo que usaremos, mira ahí están unas…- comenzó Adrianus antes de que un hombre se acercara a un grupo de veelas que se encontraban bailando en torno a una hoguera, y una de ellas se transformara a algo que parecía una harpía y le lanzara una bola de fuego al pecho, el hombre comenzó a rodar por el suelo mientras sus amigos le lanzaban agua de sus varitas.
-¿Y si mejor vamos a celebrar con las irlandesas?
-Todos amamos a las pelirrojas- asintió Adrianus comenzando a alejarse de prisa.
Iban a medio camino, atravesando el campamento inglés, cuando comenzaron a ver un revuelo general, y muchas personas comenzaron a mirar al cielo, mientras que otras se abrazaban, y otras más comenzaban a desaparecer. Sobre todos, se apreciaba un cráneo en las nubes con una serpiente saliendo de su boca.
-¿Es la marca tenebrosa?- preguntó Romulus pasmado.
-Los niños- dijo Adrianus con un vuelco en el corazón.
Al unísono, ambos tomaron sus varitas y salieron corriendo, empujando y hasta arrollando a quien se interpusiera en su camino, hasta que en un momento, Romulus chocó contra un mago mucho mas corpulento que él y fue a dar al suelo, su hermano mayor no se detuvo, pues tenía que asegurarse que Calpurnius y Cornelius estuvieran seguros.
Romulus se incorporó y trató de buscar un atajo, después de todo, era bastante ágil y rápido, había recorrido ya varios metros cerca del bosque cuando escuchó a alguien gritar.
-¡Impedimenta!
Fue a dar de bruces en el suelo, y en su mente dijo Finite Incantatem. Segundos después, un fuerte agarre lo cogió del hombro y lo hizo dar vuelta para caer de espaldas en el frío y húmedo suelo, frente a él se encontraba Harry Potter, a sus lados esa sangre sucia de Granger y el traidor a la sangre de Weasley.
-¡No debemos usar magia fuera de la escuela!- suplicaba la chica.
-Es el mayor supremacista que conocemos- advirtió Ron Weasley- si alguien hizo esto tuvo que ser él.
-Dinos lo que sabes de la marca tenebrosa- le ordenó Harry Potter sujetándolo del cuello y presionando la varita contra su mejilla.
Romulus se limitó a sonreír macabramente.
-¡Haz que le salgan murciélagos por la boca a ver si no nos dice lo que sabe!
-¡No, Ron!- pidió Hermione.
-¿No vas a hablar, eh?
El trío no se percató que Romulus ya había llevado su varita hasta su mano con un encantamiento ni verbal y en su mente dijo Incendio, a lo que el pantalón de Ron Weasley comenzó a incendiarse, eso bastó para que los otros dos Gryffindors se distrajeran, entonces desarmó al mago que estaba sobre él con un hechizo e hizo que una roca saliera disparada del suelo contra la cabeza de Potter, quien cayó abatido, finalmente giro hacia Granger y gritó- ¡Lapifors!
La chica se convirtió en ese momento en un conejo.
-Conservaste los dientes- sonrió Romulus mientras Harry buscaba su varita, tirado en el suelo, y Ron giraba junto a él tratando se apagar el incendio en sus pantalones, fue ahí cuando el Slytherin corrió de vuelta a su casa de campaña para ver si su familia estaba bien.
Veinte minutos después, todos estaban sanos y salvos dentro de su hogar mientras acampaban, pero Adrianus y Magnus estuvieron de acuerdo en que lo mejor sería levantar el campamento y volver volando al castillo, mientras salían todos con sus escobas en mano, se encontraron con un hombre un tanto gordo y calvo junto a Charlie Weasley y los tres Gryffindors que habían atacado a Romulus.
-Esto se va a poner bueno- dijo en parsel el hermano del medio.
-Sólo un día te pido que no metas a la familia Rachmont en problemas- susurró Magnus antes de ordenar a los menores que entraran a la tienda.
-Buenas noches- saludó Magnus.
-Buenas noches- dijo el señor Weasley de mala gana tras unos segundos- soy Arthur Weasley.
-Yo soy Magnus Rachmont, estos son mis hermanos Adrianus y Romulus.
-Sí, sabemos quién es él.
-Adrianus- comenzó Charlie- nos conocemos, y sé que no eres mala persona, mi hermano pequeño y sus amigos aseguran que tu hermano los atacó.
-¿Ah sí?- giró el jugador profesional de quidditch hacia su hermano menor.
-¿Contaron por qué los ataqué?
-Me dijeron que prendiste en fuego a mi hijo, golpeaste con una roca en la cabeza a su amigo, y transformaste en un conejo a la señorita.
-En defensa propia- sonrió Romulus.
-¿Qué?- quiso saber Arthur Weasley horrorizado por la actitud del muchacho.
-Ellos me atacaron por la espalda y sin provocación.
-¡Es un mortífago!- escupió Ron.
-¡Él es quien hizo la marca tenebrosa!- gritó Harry.
-Esa es una acusación muy grave- dijo Magnus alzando la palma de su mano- una acusación que, de no ser probada, podría llevarlos ante un tribunal.
-¡Es un supremacista sanguíneo!- dijo una molesta Hermione.
-Lo soy, pero, que yo recuerde, eso no es un delito, no todavía por lo menos- sonrió nuevamente Romulus- yo estaba con mi hermano, Adrianus, cuando vimos aparecer la marca, y corrimos directo a la tienda para ver so nuestros hermanos menores estaban a salvo, nos separamos, y ahí fue cuando estos tres me atacaron por la espalda, y después, ese de ahí, casi me saca un ojo con su varita.
-A ver, si te atacaron por la espalda ¿Cómo pudiste hacer todo eso?
-Soy un mucho mejor mago- admitió el Slytherin encogiendo los hombros.
-Es mayor que nosotros por cuatro años- se defendió Ron.
-Entonces eres un mayor de edad atacando a unos niños- exclamó el señor Weasley.
-Actuando en defensa propia y, como lo indicas, estos menores estaban usando magia fuera de la escuela, seria ofensa, si me lo preguntan.
-Eh, yo…- comenzó a dudar el patriarca de los Weasley.
-Nuestro bisabuelo fue el jefe del Wizengamot, conozco la ley mágica- dijo esta vez Romulus con la más encantadora de las sonrisas- yo sólo ataco en defensa propia, y lo hago muy bien ¿Qué sus padres no les enseñaron a no atacar a la gente por la espalda?
En ese instante, Harry Potter trató de abalanzarse sobre él, pero el señor Weasley lo detuvo y junto a Charlie se lo llevaron de ahí.
-Adiós, pequeño huerfanito- se despidió en parsel el purasangre mientras hacía un coqueto movimiento con los dedos de la mano alzada.
-¡Me las vas a pagar!- gritaba Harry para que las pocas personas cercanas giraran a verlo.
-Está loquito, en verdad- comentó Romulus mientras Magnus lo reprendía con la mirada.
-El primer chiste estuvo muy bien, el segundo fue demasiado- dijo Adrianus.
-Me atacaron por la espalda, tres contra uno, y gané ¿Explíquenme por qué soy el malo?
-Sí, me pregunto dónde esta tu medalla- dijo Magnus negando con la cabeza mientras entraba a la tienda por los niños.
-Me conformo con tu Saeta de Fuego- dijo Romulus de buen humor mientras ponía una mano sobre la escoba de su hermano, Adrianus.
-Cuando entres al equipo de quidditch de Slytherin.
SÉPTIMO AÑO
-He aquí el momento de decidir- dijo Romulus abriendo la puerta de su compartimiento en el tren- ¿entrar conmigo o ir a buscar el propio?
-¿Por?- preguntó Calpurnius.
-Nadie me quiere en esta escuela, y yo no quiero a nadie, si los relacionan conmigo, no va a ser bueno.
-Pronto todos sabrán que somos hermanos de todos modos- dijo Cornelius pasando junto a él y poniéndose cómodo- además, si uno de los mayores nos quiere hacer algo, te avisamos a ti y lo maldices.
-Más enemigos- sonrió Romulus entrando al compartimiento y hechizando la puerta para que nadie la pudiera abrir, se tiró en el suelo y se durmió hasta que estuvieran por llegar, en donde sus hermanos lo despertaron y los emuló en ponerse el uniforme.
-¿Y qué pasaría si no estamos en Slytherin?
-Van a estarlo- los calmó Romulus.
-¿Pero y si no?- quiso saber Calpurnius.
-No va a pasar nada, a menos que estén en Gryffindor, ahí… ¡Yo mismo los arrojo al calamar gigante del lago!- gritó el hermano mayor tratando de atraparlos- ya, váyanse, que ustedes tienen que seguir a Hagrid a través del lago, es un bonito paseo.
-Es la persona más grande que encontrarán, no se preocupen, vamos- sonrió Romulus Rachmont mientras corría la puerta y sus hermanitos salían despedidos, chocando Cornelius con un Ravenclaw de sexto grado que, molesto lo apartó.
-¡Fíjate por dónde vas, enano!
-¡Hey!- vociferó Romulus sin siquiera desenvainar su varita- ese niño es mi hermanito, vuelve a hablarle así, será lo último que hagas ¿Está claro?
-Eh… sí, Rachmont…- dudó el nervioso joven mirando a sus dos amigos, que ahora comenzaban a hacerse para atrás, deteniendo todo el tránsito estudiantil.
-Pídele disculpas por chocar con él- ordenó el Slytherin.
-Perdón- dijo su apenado hermano menor.
-Tú no, Cornelius- bufó Romulus antes de girar al Ravenclaw y penetrarlo con la mirada- ahora.
-Lo siento mucho, no volverá a pasar.
-De ahora en adelante, Cornelius, si necesitas algo, se lo pides a este, considéralo como uno de nuestros elfos domésticos- sonrió el hermano mayor- ahora váyanse ya, Hagrid los estará esperando.
El trío de Ravenclaws permaneció inerte, hasta que Romulus les sonrió y los invitó a avanzar, yendo él mismo tras ellos. Cuando llegó hasta los thestrals, comenzó a acariciar a uno y subió al carruaje, a lo que dos alumnos menores de Hufflepuff bajaron al instante, se puso cómodo, subiendo los pies al asiento, y pasado un minuto, una jovencita rubia subió al carruaje y cerró la puerta.
-¿Qué haces?- preguntó el joven dubitativo.
-Estoy segura que nadie más va a subir- sentenció la muchacha.
-¿Por?- quiso saber un extrañado Romulus.
-Porque tú eres Romulus Rachmont, todos te odian y te tienen miedo.
-¿Y por qué estás tú aquí?
-No te odio ni te tengo miedo.
-¿Por qué no me odias ni me tienes miedo?- volvió a preguntar el joven extrañado mientras los carruajes arrancaban.
-Nunca te he hecho nada, además soy una mujer, no creo que me ataques, y tú nunca me has hecho nada, así que no tengo por qué odiarte- sonrió la choca volviendo su mirada al frente- te vi acariciando a uno de los thestrals ¿A quién viste morir?
-Eh… a mi… abuela- se sinceró Romulus- … ¿Y tú?
-A mi mamá- dijo ella sin mostrar mucho interés.
-Pues… mucho gusto.
-Soy Luna Lovegood.
-¿Eres algo de…?
-Sí, es mi padre, supongo que lees nuestra revista.
-Considero que la mayoría de las cosas son puras patrañas, pero algunas son bastante interesantes.
-¿Recibes la revista aquí en la escuela?- sonrió Luna.
-No.
-Yo sí, y antes que nadie, si quieres, te la puedo prestar cuando la termine.
-Eso, eso sería muy amable, gracias.
-No hay de qué- dijo la chica sin dejar de sonreír y volviendo a mirar hacia el frente.
-Y… ¿No tienes amigas o algo así?
-Lo dices porque me senté contigo, supongo, y no, la verdad es que el resto de la gente cree que soy un tanto…
-Extraña.
Luna se limitó a sonreír y volver a ver la frente. Pasados unos segundos, Romulus le preguntó sobre una teoría que tenía sobre los grumkins, a lo que la chica se apresuró a responder, y la plática fluyó hasta que llegaron al castillo.
-No, permíteme- pidió Romulus abriendo la puerta y ayudándola a bajar.
-Nunca pensé que fueras un caballero- sonrió la muchachita tomándole la mano y descendiendo del carruaje.
-Nadie se molesta en averiguarlo- dijo el joven- además, vivo en un castillo.
-Parece ser que la loquita ya consiguió novio- dijo un Ravenclaw de séptimo año a una chica que estaba junto a él, y ambos rieron.
En un segundo, Romulus vio de reojo como los ojos de Luna iban al suelo y su sonrisa se desvanecía, mientras la varita del Slytherin volaba hacia su mano y gritaba- ¡Flipendo!
El rayo de luz naranja fue a dar directo a los genitales del muchacho, quien cayo de rodillas al suelo con un rictus de dolor mientras gemía y se protegía sus partes nobles.
-La próxima vez que hables así de ella- advirtió Romulus en un susurró mientras se hincaba junto a él- te voy a transformar en un sapo y te arrojaré al lago, donde nadie nunca te encontrará ¿Entendido, Johnston?
-Rachmont- se escuchó la voz de la profesora McGonagall tras él.
Valió la pena, pensó sin dudarlo, antes de girar lentamente y decir- buenas noches, profesora.
-Tú, ven conmigo, ahora- dijo emprendiendo el camino hasta el castillo.
-¿Escuchó lo que dijo?
-No me interesa- respondió la profesora mientras ambos apretaban el paso.
-Supongo que conoce a Luna Lovegood.
-Conozco a todos los estudiantes, Rachmont.
-¿Qué opina de ella?
-Es una… buena niña- dijo McGonagall dudando.
-Johnston dijo que era una loquita ¿Qué se suponía que hiciera?
-No atacarlo.
-Usted me conoce, lleva siete años haciéndolo, y sabe que nunca he atacado a nadie sin provocación.
-Tú y yo diferimos mucho en tu concepto de provocación.
-Decirle loquita a una niña que no le hace daño a nadie, frente a mí, no es algo que vaya a tolerar.
-Y decirle sangre… ¿Qué me dices de eso?
-También me he merecido lo que me ha pasado, no lo voy a negar- admitió Romulus alzando las cejas. Si se había convertido en el mejor duelista de la escuela, no había sido sin perder bastantes peleas en sus primeros años.
-Siendo una dama, aprecio que ayudaras a la señorita Lovegood, pero no volveré a tolerar que te sigas batiendo en duelo como si estuviéramos en guerra.
-Técnicamente no fue un duelo, nunca tuvo oportunidad- rio por lo bajo el joven, a lo que un ligero esbozo de sonrisa cruzó el rostro de Minerva McGonagall- ¿entonces no habrá castigo?
-¿Trajiste los chocolates rellenos de whisky de fuego de siempre?
-Sólo para mi maestra favorita.
-Eso le dices a todas.
-Pero ni a la profesora Sprout, ni a la profesora Trelawney les traigo chocolates.
-Dejemos el castigo en dos horas de clases extra en mi oficina mañana por la tarde, porque asumo que ya estuviste leyendo el libro de transformaciones de este curso y tienes las suficientes dudas.
-No he entendido nada- admitió Romulus- si en algo necesitaré tutoría, será en su materia.
-Además, ese Johnston llevaba tiempo mereciéndosela- admitió Minerva McGonagall mientras cruzaban las puertas del castillo- ahora, ve al gran comedor con el resto de tus amigos de Slytherin.
-No sabía que la comedia ahora venía incluida en el plan de estudios de transformaciones.
-Diez puntos menos para Slytherin- sonrió la profesora.
Minerva McGonagall y Romulus Rachmont habían comenzado con el pie izquierdo, cuando, en su primer año, Romulus había logrado volver una copa dorada, con un hechizo de su propia autoría, y la profesora lo reprendió, no sólo por no hacer lo que se le pidió, sino por usar un hechizo no autorizado por el ministerio de magia, a lo que el niño le contestó que le tenía envidia por ser menos talentosa que él, todo esto frente a toda la clase, el castigo fue un mes barriendo la primera planta. Al día siguiente, el pequeño Romulus fue hasta el despacho de Minerva McGonagall y le pidió disculpas, sabiendo que había hecho mal, ella reconoció el valor en admitir su falta de respeto, y le dijo que ella misma se había extralimitado en el castigo, sin embargo, el niño dijo que lo cumpliría, pues era lo justo, esto, sumado a que una vez por semana, Romulus tomaba clases extra con la profesora (pues transformaciones era la asignatura que más se le complicaba), los había hecho bastante unidos.
Los alumnos de primer ingreso fueron presentados, y como era de esperarse, sus dos hermanitos estuvieron en Slytherin, Albus Dumbledore no dio su característico discurso de bienvenida, sino que
El banquete consistió en tartas rellenas de legumbres y cerdo, pure de patatas con gravy, chuletas de cordero con menta, anguilas gelatinosas, verduras salteadas, y pollo asado. Una vez que hubiera charlado un rato con el Barón Sanguinario, y terminara de cenar, sólo podía pensar en ir a su escondite secreto para fumar, un pequeño cuarto, del tamaño de un armario, tras un pesado tapiz en el segundo piso, que, para su suerte, tenía una ventana; sin embargo, sus pensamientos se vieron frustrados cuando toda la figura del director de la escuela se irguió, y el comedor entero guardó silencio para prestar atención.
-Sean bienvenidos nuevamente a su escuela, para los que no me conozcan, soy Albus Dumbledore, y como sé que ya es tarde, trataré de ser breve- comenzó el mago antes de carraspear- hace muchos años, hubo un torneo, el que las tres principales escuelas de magia…
-El Torneo de los Tres Magos- se sorprendió Calpurnius girando hacia su hermano mayor.
-Pellízcame, creo que estoy soñando- dijo un boquiabierto Romulus- hey, estaba bromeando.
-¿Vas a participar?- quiso saber Cornelius.
-Mientras al campeón de Hogwarts no lo elija el director, por supuesto que lo voy a intentar.
La puerta tras la mesa de los profesores se abrió de un portazo, y un hombre mayor, con una desalineada cabellera entre rubia y canosa hasta los hombros, comenzó a caminar con ayuda de un bastón hasta su lugar, entre Flitwick y Hagrid.
-Alumnos, les presento a su nuevo profesor de defensa contra las artes oscuras, Alastor Moody- dijo Dumbledore a la concurrencia para que un revuelo se desatara por todo el comedor.
-El auror famoso- dijo Calpurnius en parsel- el que atrapó al tío Septimius.
-Esto va a ser muy bueno o muy malo- sonrió Romulus.
MOODY
Fue hasta el miércoles cuando tuvo su clase más esperada, estaba en el salón de defensa contra las artes oscuras, compartiéndola con los pocos alumnos de las cuatro casas que estaban cualificados para tomarla, y ahí apareció el antiguo auror, cojeando lentamente hasta su lugar al frente de la clase.
-Para los que no me conocen, soy Alastor Moody, y seré su profesor en éste, su último año, hoy tenemos clase doble, y me servirá para conocerlos, quiero saber de qué están hechos, porque cuando los magos oscuros los ataquen, ahí sabrán…
-Profesor…- dijo tímidamente Hilda Inginton una guapa Hufflepuff alzando la mano- ¿por qué nos atacarían magos oscuros?
-¿Por qué lo harían?- preguntó el profesor haciendo una mueca de coraje y frustración para que su rostro plagado de cicatrices, se deformara aún más- díganme todos sus apellidos.
Al tercer alumno que se presentó, exclamó- ¡Virgien!
Girando toda su atención hacia Mirna Virgien, una Gryffindor con la más cautivante y larga cabellera castaña- ¿eres algo de Mirifer Virgien?
-Era hermana de mi padre…- respondió la temerosa joven.
-Yo fui el que respondió el llamado cuando apareció la marca tenebrosa sobre su granja, si te contara lo que vi esa noche, no volverías a dormir en tu vida, yo mismo rara vez lo hago ¿Crees que ella hizo algo para merecer que los mortífagos entraran a su casa y la despedazaran? Su único error fue haber estado saliendo con quien no debía- dijo Moody mostrando los dientes antes de girar su atención a otro alumno- tú ¿Cómo te llamas?
-Romulus Rachmont.
-Rachmont ¿Eh?- sonrió macabramente el antiguo auror- ¿de quién eres hijo?
-August.
-Tu padre mató a tres hombres lobos en su castillo durante la última guerra mágica, Rufus Scrimgeour me lo contó…sí ¿Creen que su padre hizo algo para merecer que una manada de hombres lobo entraran a su casa a buscar refugio?
Romulus sólo era un niño, pero todavía recordaba esa noche, los aurores estaban persiguiendo a una manada de esas malditas bestias, y decidieron entrar al castillo Rachmont, su padre cazó, pasillo por pasillo a cuatro de ellos hasta que los aurores se encargaran del resto, les tenía pánico a los hombres lobo desde ese día. No podía creer que hubiera pasado tanto tiempo con uno durante el año pasado en ese mismo salón de clases.
-De lo máximo que se le pude culpar, es de haber tenido a un hermano mortífago, oh sí, muchacho, yo mismo fui quien atrapó a tu tío, mató a dos aurores antes de que se topara con Alastor Moody, esperemos que hayas heredado lo bueno de tu padre y no lo malo de tu tío ¡Todos, hagan dos filas, veré de qué están hechos!
El profesor giró las mesas con un movimiento de la varita y las volvió barreras protectoras en distintos puntos para su improvisado campo de batalla, les informó que la única regla, era no usar las maldiciones imperdonables, y no poner en riesgo la vida de sus compañeros. La primera pareja fueron Hilda Inginton y Mirna Virgien. Hilda venció al tomarla desprevenida y lanzar una maldición que transformó la elegante cabellera de Mirna en serpientes, que comenzaron a atacar su rostro y asfixiarla. Moody declaró a la ganadora, pero las serpientes seguían atacando a la Gryffindor, quien lloraba indefensa en el suelo, a lo que Romulus ordenó a viva voz (en parsel) que las serpientes la liberaran, estas obedecieron, y Ojoloco rio para desvanecerlas con un movimiento de su varita.
-Parece que el señor Rachmont quiere participar, muy bien, tú ¿Cuál es tu nombre?
-Diggory, Cedric Diggory- dijo un alto y apuesto muchacho, el buscador del equipo de Hufflepuff, y probablemente, el chico más popular de la escuela.
Ambos se fueron a cada lado del campo de batalla, y tan sólo Moody sonara su silbato, los dos se escondieron tras mesas.
-¡Incendio!- se escuchó a Diggory y la mesa tras la que estaba Romulus comenzó a arder, sin embargo, el Slytherin permaneció tras ella.
-Sol Invictus- dijo Rachmont bajando la mirada y alzando su varita para que una masa de fuego se posicionara en el techo y los rayos de calor y luz hicieran que todos los presentes buscaran resguardo, en un instante se levantó y apuntó su varita hacia la mesa de Cedric- ¡Bombarda Máxima!
Cedric Diggory salió volando junto a su mesa, la cual estalló en mil pedazos.
Moody señaló a la masa de fuego con su varita y la hizo desaparecer, el resto de los alumnos estaban asustados por lo que había pasado tan rápidamente, y el miedo inicial se tornó en pánico cuando Hilda Inginton corrió hacia Cedric, quien estaba tirado contra un muro, con una astilla del tamaño del brazo de un niño en la pierna.
-¡Maldita sea!- exclamó Moody renqueando hasta él, retirando la estaca con un movimiento de su varita y cerrando la herida con otro, fue ahí cuando giró hacia Romulus, que ya se encontraba junto a ellos y dijo- tú y yo vamos a tener una larga charla, tienes detención esta misma noche en mi despacho.
-Ya tengo detención con la profesora McGonagall.
-¿Cómo no te han expulsado?- quiso saber el antiguo auror, penetrándolo con su mágico ojo azul.
-Ya lo hicieron- admitió Romulus con su atención puesta en Cedric.
-Cuando termines con Minerva, vienes conmigo, así sea la media noche, ahora lleva al señor Diggory hasta la enfermería.
El Slytherin obedeció y ayudó a Cedric a caminar, una vez salieran del salón, le dijo- Diggory, lo siento, no fue mi intención.
-Lo pareció.
-No pensé que una astilla… mira, lo siento, puedo llevarte levitando hasta la…
-¿Y que toda la escuela me vea?- sonrió Diggory.
-Todos están en clases, nadie te va a ver.
-Con que la vieja chismosa de Filch me vea tengo ¿Por qué usaste esos hechizos?
-Supongo que quería impresionar a Moody.
Tras repasar sus dudas sobre el curso con la profesora McGonagall, y poder finalmente transformar una caja en un baúl, fue hasta el despacho de Ojoloco, que se encontraba junto al aula de defensa contra las artes oscuras.
-Pasa, Rachmont- indicó el antiguo auror tras el alumno haber golpeado la puerta.
-Buenas noches, profesor, disculpe la hora.
-Si llegas a ser como yo, descubrirás que no importa la hora, el sueño raramente llega, y cuando lo hace, no dura.
-Antes que nada- comenzó Romulus tomando asiento frente al escritorio- quiero que sepa que estoy profundamente arrepentido por haber lastimado a mi compañero, usando esos hechizos.
-¿Por qué? Yo no lo estoy.
-¿Profesor?
-Tuve que fingir preocupación y castigarte para no tener a Dumbledore y Sprout aquí todo el día, pero el encantamiento solar- dijo antes de reír y aparecer una botella de whisky de fuego y dos vasos en la mesa- ¿de dónde lo has sacado? Nunca había visto algo así.
-Un libro sobre la antigua Roma, lo encontré en la biblioteca.
-¿Pasas mucho tiempo ahí, eh?
-A mí tampoco me acompaña muy seguido el sueño- sonrió Romulus mientras aceptaba el vaso de licor de parte del profesor.
-¿Cómo puedes estar en la biblioteca de noche? Tenía entendido que estaba prohibido.
-Los profesores Lockhart y Lupin me dieron permisos especiales, ahora tengo que conseguir uno nuevo para este año.
-¿Has estado en la sección prohibida?- preguntó Moody con una macabra mueca a modo de sonrisa.
-El profesor Lockhart me firmó un permiso, pero la entrometida bibliotecaria le contó a Snape, y él lo revocó.
-Nada peor que ver cómo un entrometido o un envidioso se meten en el camino del conocimiento, debiste haber estado en Ravenclaw.
-Todos en mi familia han estado en Slytherin, y yo soy el más Slytherin de todos- admitió el joven.
-Mitad Rachmont y mitad Gaunt ¿Cómo no te he encerrado en Azkaban?
-No he hecho nada que lo merezca- respondió el muchacho encogiéndose de hombros.
-Estuve haciendo unas cuantas preguntas sobre ti hoy, parece ser que nadie te quiere en el colegio, exceptuando a tus hermanos.
El silencio incomodo se alargó por segundos.
-También me han dicho que eres el mayor bravucón de la escuela.
-No soy un bravucón- respondió Romulus frunciendo el ceño.
-¿No convertiste a un alumno en árbol durante una tormenta y le dio neumonía?
-Me metió el pie en el gran comedor- contestó el joven antes de sonreír- me hicieron limpiar los invernaderos durante un mes, mala suerte para los demás, memoricé todas las plantas y sus usos.
-¿Y qué me dices de cuando levitaste a un compañero y el sauce casi lo mata?
-Me arrojó un ave de papel incendiaria, y era de sexto, yo estaba en segundo año, me mandaron al bosque prohibido con Hagrid, ahí vi mi primer unicornio.
-¿Ya sabes qué harás de tu vida cuando te gradúes?
-Honestamente, no tengo la menor idea, profesor, supongo que algo relacionado con las criaturas mágicas.
-Tonterías, sería el peor desperdicio de habilidades que he visto, tú tienes que ser un auror ¿No me dirás que nunca lo has considerado?
-Se lo comenté al profesor Snape cuando fue momento de elegir las materias que llevaría, y me dijo que nunca me aceptarían, creo que lo que dijo fue algo así como, que era más probable que los aurores que atraparan por convertirme en un mago oscuro, que en dejarme que me les uniera.
-¿Eso dijo?- bufó Moody- el cinismo, si él mismo fue un mortífago.
-¿Qué?- se sobresaltó el boquiabierto joven.
-Claro que lo fue, pero según Dumbledore, se pasó a nuestro lado al último minuto, eso lo salvó de Azkaban, pero si me lo preguntas a mí, eso sólo lo convirtió en un traidor, una vez mortífago siempre mortífago, es lo que yo digo.
-Hay que ser leal hasta el final- terció Romulus antes de que ambos rieran.
-Si te interesa, yo puedo poner una buena recomendación en la oficina, Rufus Scrimgeour te aceptará de buena gana, dependerá de ti pasar las pruebas, y por lo que he visto, no tendrás problemas.
-Pero señor, los aurores se encargan de atrapar magos oscuros, y, que yo sepa, ya no quedan muchos desde la última guerra mágica.
-Hacemos más que atrapar magos oscuros, créeme, hay suficiente trabajo, cuando alguien rompe la ley, y los empleados del ministerio no pueden aprenderlos ¿A quién crees que llaman?
-¿Y es bien pagado?
-Mejor que cuidar criaturas mágicas, eso tenlo por seguro.
-Mi tío…
-Septimius, era un maldito, pero también era un gran mago, muy talentoso, y tan encantador que nadie sospechó nunca que fuera parte de los mortífagos, el afamado sanador de San Mungo, curioso que cuando llegaba un miembro del ministerio o de la Orden del Fénix, murieran, pero cuando un mortífago caía ahí, sanaba al instante y hasta escapaba matando a todos a su paso, no importando que no tuviera varita, cuando llegamos a arrestarlo por el escape del hijo de Crouch, oh, Romulus, esa sí que fue una batalla, sólo éramos tres, pensamos que sería un equipo de sobra para capturar a un sanador, pero Cayadin y Brown ya estaban muertos tan sólo empezar todo, serpientes venenosas aparecieron de todas partes y los comenzaron a morder- en ese momento, Moody puso una pierna de madera sobre el escritorio- se llevó mi pierna, el hijo de puta, sin agraviar a tu abuela, extraño ese tipo de duelos, necesitamos a gente así de nuestro lado…
MANSIÓN BAYBETER
A la noche siguiente, se colocó su manto de piel de demiguise, la cual le permitía ser prácticamente invisible (su padre tenía dos, y hace un par de años, le pidió que cuatro de sus navidades y cumpleaños fueran tener la capa menos usada) y salió hasta la cabaña de Hagrid.
-¿Eh?- se sorprendió el semigigante al verlo descubrirse frente a la puerta- ¿qué haces tú aquí? Todavía no es el primer fin de semana.
-Bueno, Hagrid, mínimo invítame a pasar y una copa ¿No crees?- sonrió Romulus.
-Claro, claro- rio el profesor, una vez que estuvieran dentro, volvió a preguntar- ¿cerveza de mantequilla o whisky de fuego?
-Cerveza, gracias- dijo el estudiante encendiendo un cigarrillo (era de maple)- ¿qué más nos tienes planeado para este curso?
-Bien sabes que nunca revelo un secreto- sonrió Hagrid- ¿qué te trae por aquí tan pronto?
De la manga de Romulus se asomó una cobra egipcia, la cual comenzó a moverse por toda la mesa hasta demostrar su enorme envergadura.
-Olvidé alimentarla antes de salir de casa, espero y esté todo listo para que la puedas alojar aquí nuevamente.
-Sabes que sí.
-Es una completa estupidez que no pueda tenerla como mascota en los dormitorios… lechuzas y gatos, por favor, son depredadores mucho más peligrosos, y sapos, qué repugnante, si Salazar Sly… bueno, no volveremos a tener esta conversación.
-Sólo que no están frías- señaló el semigigante poniendo las dos cervezas en la mesa, a lo que Romulus hizo un par de movimientos con su varita y el par de botellas se llenó de escarcha- ¿qué tal las clases de último año?
-Todas han sido lo que he esperado, excepto las de Moody, en verdad, Hagrid, ese hombre debió ser nuestro profesor desde el primer año.
La siguiente clase de defensa contra las artes oscuras comenzó en las mazmorras, con Ojoloco haciendo una sencilla pregunta- ¿alguien ha oído hablar de la Mansión Baybeter?
-¿Quién no?- se sobresaltó Romulus.
-Parece ser que el resto de tus compañeros- terció Moody invitándolo con un gesto a que continuara.
-Es el lugar más maldito de toda Gran Bretaña, fue construida por una viuda loca, y tiene tantos pasillos y pisos como un castillo, es un completo laberinto, nadie sabe a ciencia cierta lo que hay ahí…
Ojoloco lanzó un bufido al aire.
-¿Profesor?- preguntó Cedric Diggory- ¿usted… ha entrado?
-Es la última prueba para convertirte en auror, o al menos lo era en mis tiempos, pero fueron demasiados los muertos.
-¿Y qué hay ahí?- quiso saber Mirna Virgien asustada.
-¿Qué has oído que hay ahí, Rachmont?
-Es tan grande que puede haber de todo, vampiros, hombres lobo, inferi, ghouls, acromantulas, gorros rojos y, seguramente, dementores…
-No, muchacho- comenzó Alastor Moody con una mueca a forma de sonrisa- esos seres son el menor de los males.
-¿Cuál es el peor?- preguntó Hilda Inginton.
-Las maldiciones, como su reputación lo indica, el lugar está maldito, con tan sólo poner un pie ahí… ya lo verán por ustedes mismos.
-¿Por nosotros mismos?- quiso saber John Steward (otro Slytherin).
-Se preguntarán que hacemos aquí en las mazmorras, y he visto a todos mirar al circulo que hay en esa pared ¿Alguien sabe lo que es?
-Un agusa- dijo Hilda.
-Muy bien, diez puntos para Hufflepuff ¿Y para qué sirve?
-Trasportar a las personas de un lugar a otro, pero es un hechizo muy complicado, y se requiere una gran fuerza para usarlo, por eso se utilizan más los trasladores.
-No esta vez- dijo Moody antes de silbar y que un enorme troll de cueva apareciera y caminara lentamente hacia ellos.
-¡Es un troll!- exclamó Cedric Diggory alzando su varita.
-Diez puntos menos para Hufflepuff, por evidenciar la realidad- señaló Ojoloco mientras el troll seguía su camino e iba hasta el pequeño y brillante circulo azul en la pared- tranquilos, no les hará nada.
El monstruo metió los dedos en el circulo y comenzó a abrirlo con dificultad hasta que fuera posible para un humano atravesarlo.
-¿Quién va primero?- preguntó Alastor Moody.
-¿Adónde lleva el agusa, profesor?- preguntó una temerosa Hilda Inginton.
-A la Mansión Baybeter- respondió Mirifer Virgien temblando.
-Gracias por ofrecerse, demuestren que las brujas son más valientes que los magos.
-Pero…
-Si no cruzan este portal, quedan expulsadas de mi asignatura- sonrió macabramente el profesor, haciendo girar su ojo mágico entre una y otra- además, nada podrá pasarles, son diez alumnos de séptimo año, y yo estaré con ustedes, este agusa va al segundo piso, a una zona cercana a la puerta principal, así que ¡Rápido!
Hilda fue la primera en cruzarlo, decidida, pero moviéndose entre temblores, Mirifer la siguió, pero dudando a cada paso. A través del portal, en un tono azulado y distorsionado, como si estuvieran bajo el agua, se veía a las dos chicas en una habitación de lo que parecía una casa abandonada.
-¿Están seguras ahí?- preguntó Cedric.
-Por supuesto que no, pero no lo estamos en ningún lugar.
-Pero ¿No hay ningún monstruo en esa habitación, verdad?- quiso saber Steward temeroso.
-Eso es lo que vamos a descubrir- rio Moody- tranquilos, siguen ustedes dos.
A través del portal, se comenzaron a escuchar ruidos distorsionados, que pusieron a todos alertas, un hombre lobo había salido de un closet desvencijado y comenzaba a atacar a las jóvenes, las cuales se fueron hasta un rincón y se abrazaron, en ese momento, Romulus corrió a prisa, con varita en mano, y se lanzó a cruzar el portal, el troll se sobresaltó y lo soltó, para cerrarlo de golpe.
Al cruzar hacia la Mansión Baybeter, lo primero que hizo fue lanzar una maldición contra la bestia- ¡Disectio!
Sin embargo, el hombre lobo no se inmutó, siguió rodeando a las jóvenes sin tocarlas.
-¡Ayuda, mata a la acromantula!- gritaba Hilda.
-¡Riddikulus!- dijo Romulus comprendiendo la situación, se trataba de un boggart, esa era la razón por la que, tanto Mirifer como él mismo, habían visto a un hombre lobo (también era su mayor temor), mas no Hilda- se trataba de un boggart, ahora las dos levántense, porque esto se va a poner peligroso.
-¿Qué ha pasado?
-El portal se ha cerrado, estamos solos en esto- susurró Romulus.
-¿Solos?- exclamó Mirifer.
-Cállate- advirtió el Slytherin fulminándola con la mirada mientras hiperventilaba, era verdad lo que les había dicho Ojoloco, estaba temblando con tan sólo percibir la atmosfera de ese maldito lugar- ya media mansión debe de haber oído sus gritos, es un milagro que no tengamos a un enjambre de vampiros sobre nosotros.
-Todo es tu culpa, tú cerraste el portal cuando lo cruzaste.
-Crucé para salvarlas ¿Qué puta parte no entendiste?- replicó Rachmont- en estos momentos, Moody debe de estar apareciendo en la entrada de la mansión, tal vez con más profesores…
En ese instante, una puerta se abrió de par y un gorro rojo la cruzó con una lanza en la mano, dispuesto a matarlos a los tres.
-¡Disectio!- volvió a gritar Romulus atrapándolo en el aire y abriéndole el cuello en dos- no tardan en llegar a salvarnos, hay dos puertas en esta habitación, ustedes cuiden la izquierda, yo la derecha, mientras permanezcamos aquí…
Otros tres gorros rojos aparecieron en el umbral de la puerta derecha y las dos chicas salieron corriendo por la otra, a lo que Romulus las emuló y cerró la puerta con un hechizo tan sólo cruzarla, iban corriendo por un corredor, con un barandal del lado izquierdo, y lo que vio ahí, fue a cinco inferi viéndolos con los ojos desorbitados y las manos alzadas, dirigiéndose a las escaleras que los conectaban.
-¡Inferno!- vociferó y los cadáveres reanimados comenzaron a arder en una explosión de fuego.
Las muchachas corrieron hacia una puerta, y Romulus tuvo que empujarla para que no lo dejaran afuera, Hilda se apresuró a sellarla con magia, pero el grito de Mirifer los hizo darse vuelta, una acromantula joven, del tamaño de un sofá, esta postrada sorbe su telaraña en una esquina, a lo que el joven las hizo a un lado y gritó- ¡bombarda!
El arácnido explotó hacia atrás, y sus restos se esparcieron por toda la telaraña, desgraciadamente, se había abierto un gran agujero en la pared de madera.
-Estás haciendo más ruido, Rachmont- susurró Hilda con lágrimas en las mejillas con un dejo de ruego- por favor, para.
-Soy la única razón por la que siguen vivas- dijo Romulus en parsel antes de lanzar un hechizo al suelo y que una larga serpiente negra saliera, para posteriormente decir- ¡Engorgio!
La serpiente creció hasta un tamaño, quizá, demasiado para la habitación, y le ordenó en parsel que cruzara el agujero de la pared y custodiara la siguiente recamara.
-¿Qué le has ordenado?- quiso saber Mirifer.
-Ir hasta una muerte segura para salvarnos- respondió Romulus antes de girar hacia una armadura recargada en una esquina y sonreír- ¡Excefer Locomotora!
La armadura cobró vida y se colocó frente a ellos, sin embargo, golpes rítmicos comenzaron a escucharse en la puerta sellada con magia.
-Esta vez no corran, por favor, tenemos que resistir aquí, no deben de tardar en rescatarnos.
La temperatura comenzó a descender y un sonido tan siniestro como extraño se escuchó desde la habitación contigua, en donde la serpiente crecida con magia estaba custodiando.
-¡Ataca a todo lo que se acerque!- ordenó Romulus a viva voz, pero fue inútil, un dementor acababa de aparecer frente a ellos, y lo único que pudo hacer, fue intentar un deficiente patronus que terminó en una brisa grisácea que ralentizó por unos segundos a su enemigo.
-¡Expecto Patronus!- exclamó Mirifer para que un conejo plateado saliera de su varita y, de un salto, expulsara al dementor, el cual lanzó un alarido y desapareció.
-¿Cómo lo hiciste?- preguntó Rachmont.
-Sólo pensé en los profesores llegando a salvarnos- sonrió Mirifer.
-¿Cómo no pudiste hacerlo tú?- quiso saber Hilda- eres el mejor mago de la escuela.
-No pude pensar en nada bueno- respondió el Slytherin llevando la mirada al suelo.
-Vamos a salir de esta- aseguró Mirifer dándole un apretón en la mano mientras los golpes en la puerta se hacían cada vez más fuertes.
Romulus se arrodilló y comenzó a recitar en voz baja durante varios segundos antes de llevar la varita al cielo y que una especie de sombra violeta saliera y tomara la forma de una esfera de gas que intentara generar una forma corpórea.
-¿Qué es eso?- se sobresaltó Hilda.
-Un hechizo muy antiguo, tomará la vida de cualquiera que quiera atacarme, esta puerta no va a resistir, quédense detrás de mí- dijo el Slytherin cruzando el agujero antes de ordenar a la armadura que detuviera la puerta, la cual seguía siendo asediada por golpes cada vez más fuertes y continuos.
-¿Qué será lo que golpea la puerta?- quiso saber Mirifer mientras pasaban a lo que parecía ser un enorme cuarto de baño, en donde la serpiente estaba custodiando.
-Por primera vez en mi vida, hay algo que no quiero saber- respondió antes de ordenar a la serpiente que volvierá al otro cuarto y se encargara de lo que fuera que atacaba la puerta.
-¡Reparo!- dijo Hilda volviendo a sellar la pared.
-Ambas son brujas muy talentosas, espero que sepan que la única manera de salir con vida de esta, es siguiéndome.
-Haremos lo que nos digas.
-¿Seguro que esa sombra púrpura que está junto a ti no nos hará nada?- quiso saber Hilda Inginton.
-Tomará la vida del primer ser que me quiera hacer daño.
-Eso suena como magia negra- dijo Mirifer con temor antes de que un estruendo se escuchara, seguido de varios golpes metálicos, y el inconfundible sonido de una serpiente gigante.
-Vamos- ordenó Romulus mientras atravesaban el cuarto de baño y abría una puerta, habían vuelto a una zona común, y no muy lejos estaba una escalera que bajaba al primer piso, desde ahí podrían encontrar la salida más fácil, se apresuraron a bajar, pero una liana tomó a Mirifer Virgien por el tobillo y la hizo caer, tirando así mismo al Slytherin de las escalaras, el cual rodó hasta el final.
-¡Diffindo!- dijo Hilda para liberar a la otra chica, ayudarla a incorporarse y continuar bajando las escaleras, en donde Romulus ya se había levantado.
No muy lejos de él, se encontraba un hombre pálido y calvo, con los ojos rojos, asomado por una puerta, a lo que el muchacho gritó- ¡Lumus Maxima!
El vampiro cerró aprisa la puerta y el alboroto hizo que un ser con forma humanoide, que parecía hecho de lodo, los estuviera viendo de frente, para, acto seguido, que la sombra violeta que custodiaba a Romulus, saliera disparada contra él y se desvanecieran juntos.
-¡Rápido, a esta habitación!- dijo el Slytherin, una vez dentro, Hilda la selló con magia, el muchacho la peinó y se aseguró que no hubiera nada, abrió una puerta, que se trataba de un pequeño cuarto de baño.
A los pocos segundos, Moody, Dumbledore y McGonagall entraron para rescatarlos; para premiarlo por su heroísmo, Ojoloco lo llevó a una casa de masajes, atendido por una especie de Veela asiáticas, las más bella y voluptuosa mujer lo recibió en su habitación, completamente desnuda, tan hermosa, con sus ojos rasgados, su piel tan blanca como negra era su cabellera lacia, pero tan voluptuosa.
-¡Despierta!- le dijo Mirifer abofeteándolo.
-¿Qué pasó?- se sobresaltó Romulus tratando de ponerse de pie con dificultad.
-Cuando entraste al cuarto, una ignifer te saltó por la espalda, tardamos en podértela quitar, ahí está- señaló Hilda a una figura humanoide, parecida a una anciana en los huesos, de piel oscura y cabellera enmarañada, la cual estaba en posición fetal en el suelo.
Una Ignifer, era un ser maligno que atacaba a los hombres y les hacía ver fantasías mientras les devoraba el alma y la mente hasta matarlos, a lo que Romulus comenzó a respirar de manera ruidosa del coraje, alzó su varita y vociferó- ¡Avada Kedavra!
Un destello verde salió de su varita y el ser dio un espasmo antes de permanecer inerte para siempre para los horrorizados gritos de las chicas.
-¡Usaste una maldición imperdonable!- señaló Mirifer llevándose las manos a la boca.
-¡Eso es un delito, pasarás toda tu vida en Azkaban!
-Sólo es un delito usarlo contra otro mago, además, estamos en una situación de vida o muerte, y ustedes no dirán nada, vámonos.
-¿Adónde?
-Una vez vi una foto del recibidor de la mansión en un libro, era muy parecido adonde estábamos, estamos cerca de la salida, quédense detrás de mí.
Romulus pateó la puerta y tan sólo hacerlo, un inferi estaba ahí, a lo que vociferó- ¡Incendio!
El cadáver comenzó a ser torturado por las llamas mientras los tres caminaban aprisa, Rachmont conocía donde estaban, la puerta principal estaba de frente, pero, tras ellos, bajando la escalinata principal, unos ocho gorros rojos venían bajando, corriendo a cuatro patas, así que se detuvo y exclamó- ¡Pestis Incendium!
Una llamarada de inmensas serpientes de fuego apareció de su varita, consumiendo todo a su paso, devorando a los gorros rojos. Romulus siguió a las chicas, cuando vio que un largo y deforme brazo negro salía de una puerta para coger a Mirifer, lanzó una maldición, sin dejar de correr, y el brazo se partió en dos, mientras la mitad seguía moviéndose en el suelo, las puertas principales se abrieron de par en par, dejando ver la figura de Alastor Moody con varita alzada, las muchachas corrieron a sus lados y el hombre le ordenó que no dejara de correr, Romulus obedeció y corrió hasta estar al aire libre, en un lujoso vecindario muggle, Ojoloco vociferó una maldición que nunca había escuchado antes, un estallido se escuchó y posteriormente cerró las puertas.
-¿Qué tienes en la cabeza?- le preguntó el profesor tomándolo por el cuello de la camisa.
-Soy un héroe, he salvado a dos compañeras de una muerte segura, y, mejor augur de todos los tiempos o no, si no fuera por mí, estarían muertas- le respondió el muchacho mostrando los dientes, desafiándolo.
-Es verdad, profesor, nos ha salvado la vida- dijo Mirifer Virgien.
-Varias veces- añadió Hilda Inginton.
-Un héroe- ponderó Moody antes de comenzar a reír y soltarlo- ¿quién lo iba a decir, eh Rachmont? Tienes tanto de tu padre como de tu tío ¿Crees que no sé qué clase de magia se debe de usar para sobrevivir en este maldito lugar?
-¿Cuál usó usted cuando entró?
-Yo entré de noche, muchacho- sonrió Ojoloco mostrando la más macabra sonrisa- tú sólo viviste dos pisos, imagínate la mansión completa.
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