A mitad del viaje literario de Harry Potter, nos cruzamos con un individuo que podría fácilmente robarte las ganas de seguir explorando las páginas. Si siquiera insinuaran que este personaje tendría un desenlace feliz, dañaría profundamente la travesía del lector. Si, hablamos de Dolores Jane Umbridge, la trabajadora del Ministerio de Magia que se ganó la infamia en el mundo del entretenimiento y que nos atrevemos a confirmar que Dolores Umbridge es peor que cualquier mortífago.
La brillante mente detrás de su creación, la amada JK Rowling, nos la presentó por primera vez en Harry Potter y la Orden del Fénix. Imelda Staunton hizo un trabajo estelar al personificarla en el cine.
Esta funcionaria pública te lleva a cuestionarte, ¿estará en realidad alineada con el némesis principal de la saga, Lord Voldemort? De forma chocante, Dolores no es una seguidora directa de él; de hecho, representa algo aún más aterrador: una fanática sin escrúpulos.
¿Qué hace Dolores Umbridge en la saga de ‘Harry Potter’?
Cuando Umbridge hace su debut en el quinto tomo, no deja a nadie indiferente. Harry, tras enfrentar a un Dementor en su lugar de origen junto a su primo Dudley, es sometido a un proceso disciplinario por haber usado magia ante un muggle, fuera de los límites de Hogwarts.
Aunque uno podría asumir que Harry está a salvo con Dumbledore respaldando su versión, la astuta subsecretaria Umbridge aprovecha la situación para sembrar escepticismo respecto a su relato. Su dulce simulación y tono agudo son suficientes para alertarnos que no tiene buenas intenciones.
Cuando Umbridge asume el papel de docente de Defensa Contra las Artes Oscuras, directamente por mandato del Ministerio, no deja dudas sobre su agenda oculta. Su inesperada intervención durante el discurso de inicio de Dumbledore evidencia su plan: suprimir la innovación y aferrarse a lo tradicional, eliminando todo obstáculo (o persona) que se presente en su camino.
Al sumergirnos más en la esencia de Umbridge, encontramos un auténtico abismo de oscuridad. Exhibe un patente desdén hacia quienes no se ajustan a su molde o que parecen vulnerables, mostrando un acentuado menosprecio hacia magos con sangre muggle.
Con una actitud prepotente, subestima a quienes estudiaron antes que ella, evidenciando su desconfianza al limitar su enseñanza a solo teoría, sin dar cabida a la práctica. Las tácticas de castigo que emplea recuerdan las acciones de un verdugo medieval, un sentimiento que se refuerza cuando asume el título de Alta Inquisidora.
No satisfecha con controlar a los humanos, extiende su autoritarismo a otras criaturas, promulgando una ley que proscribe la labor de los hombres lobo. Esta manipulación legislativa alcanza su cénit en Hogwarts con la implementación de “decretos educativos” ajustados a su visión, camuflándolos bajo la premisa de restaurar el orden académico.
La posición de poder de Dolores Umbridge la hace peor que los mortífagos
Los días finales de Cornelius Fudge en el cargo como Ministro de Magia están plagados de distracciones. En lugar de prestar atención a las advertencias de Harry sobre el resurgimiento de Voldemort, está consumido por la paranoia de que Dumbledore pueda querer su posición.
Como resultado, respalda ciegamente las medidas draconianas de Umbridge. Su decisión de diluir el contenido de la clase de Defensa Contra las Artes Oscuras es, en realidad, una reacción al temor de que Dumbledore esté formando una milicia estudiantil en su contra.
Esta confianza ciega en Umbridge la empodera para implementar castigos severos a los estudiantes, sabiendo que estarán demasiado asustados para levantarse en su contra. Desde la infame pluma maldita hasta el intento de administrar Veritaserum para extraer confesiones, y el audaz intento de usar el Cruciatus, una de las tres maldiciones imperdonables, sobre Harry.
¿El lado positivo? Umbridge fue despedida de Hogwarts. ¿El problema? Retomó su posición en el Ministerio de Magia. Durante años, los mortífagos operaron desde las sombras, esperando el retorno de su líder.
Cualquier esfuerzo para socavar el periodo de paz post-Voldemort fue clandestino. En contraste, Umbridge opera a plena luz del día, ejerciendo poder desde el mismísimo corazón del Ministerio.
No es una Mortífaga encubierta en los pasillos del gobierno; es, en esencia, un ser despreciable que abusa de su autoridad. El único velo que porta es su distintivo vestuario rosa y la decoración de su espacio de trabajo. Bajo esa fachada, sus intenciones son tan oscuras como un abismo.
Su aversión hacia los mestizos la lleva a presidir la Comisión de Registro de Nacidos de Muggles, injustamente enviando a brujas y magos de ascendencia muggle a Azkaban, al considerar que su magia es ilegal. Cuando Voldemort asume el control del Ministerio, ella se adapta perfectamente al nuevo régimen. Tal es la magnitud de su maldad, y lo peor es que parece completamente ajena a ello.
Imelda Staunton fue la elección perfecta para ser Dolores Umbridge
Profundizando en el carácter de Umbridge, se nos revela un torbellino de sombras. Manifiesta abiertamente su rechazo a quienes difieren de su estandarización o son susceptibles, teniendo una clara inclinación a despreciar a magos de origen muggle.
Con una arrogancia palpable, mira por encima del hombro a aquellos que la precedieron en Hogwarts, evidenciado por un currículo centrado exclusivamente en la teoría, obviando la esencial práctica.
Sus castigos draconianos no son menos que reminiscencias de métodos inquisitivos, y esto se cristaliza con su nombramiento como Alta Inquisidora. Su dominio no se limita a magos y brujas; también se cierne sobre otras especies, como cuando sanciona la prohibición laboral de los hombres lobo.
La intrusión legislativa que impone en Hogwarts mediante “decretos educativos” busca afianzar su ideología, presentándolos como si fueran un salvavidas para la institución.
Rowling ha mencionado que Umbridge es una amalgama de características tomadas de una antigua profesora y una ex colega con la que trabajó, encontrando en ellas una peculiar relación entre su personalidad y su elección de vestimenta, asociando sus estilos a los de un infante.
Poseer un estatus tan influyente en la cultura contemporánea y propagar mensajes que pueden ser interpretados como nocivos es, sin duda, alarmante. En el universo ficticio, Umbridge recibe su merecido.
Ojalá su tiempo en Azkaban le brinde perspectiva sobre su naturaleza y las repercusiones de sus acciones. Con Voldemort ya fuera de escena y un nuevo horizonte en el Mundo Mágico, confiamos en que no surja otra figura como Umbridge.